domingo, 18 de octubre de 2015

Una película solo para a quienes ya se les fue su Principito.




Mi primer encuentro con El Principito debe haber sido a los 8 o 9 años. Leí las primeras dos hojas y nada, me aburrí. Cuando tenía como 21 años alguien me dijo "No puedes seguir envejeciendo, sin haber leído El Principito" así que lo leí, más por cultura general que por curiosidad. Hoy pasé llorando casi las dos horas que duró la maravillosa película basada en el libro, dirigida por Mark Osborne.

La película cuenta la historia de una niña, que crece en un ambiente dedicado a llenarla de demasiadas responsabilidades antes de tiempo. Ella está tranquila con todo esto, ya que ha sido lo único que ha conocido. 


Debido a que su mamá quiere que ingrese a un instituto prestigioso y estricto, se mudan. Su vecino, un anciano, en la versión de Mark Osborne y lo que pude interpretar, es una mezcla entre el personaje de la historia y el mismísimo Antoine de Saint-Exupéry. Un viejo aviador que sueña con encontrarse nuevamente con El Principito y que tiene una obsesión con acumular cosas.


 Casi al final de la película, nos podemos trasladar al "asteroide" de la niña y ver cómo ella misma lo cambia por completo, salvando a su Principito (que había envejecido a la fuerza) y cómo ella vence al Rey, el Vanidoso y el Hombre de Negocios (el mayor enemigo en el asteroide de la niña)


Probablemente, estamos antes el mejor trabajo de Mark Osborne (que anteriormente ha dirigido Kung Fu Panda, Monsters vs Aliens y Bob Esponja la Película) Fiel a la esencia de los personajes del libro y adaptándolos a nuestra época. 


Es normal que muchos niños vayan a ver la película porque es animada, pero sinceramente no creo que sea para niños. Es profunda y está llena de mensajes que los niños aún no entienden, porque aún no se han "perdido". Si van a ver esta película, procuren llevar pañuelos. A mí me hicieron falta. 




                                        Aquí les dejo el trailer de la película, por si no lo han visto aún.

miércoles, 14 de octubre de 2015

¿Por qué regresamos a Guayaquil?



Todos tenemos ganas de salir de nuestra ciudad de origen. Vivamos en New York o París, cada quien quiere al menos, vivir un año en otro lugar. (bueno, creo que al menos mi generación) 

Esta semana visité Quito. Ciudad hermosa a la que me quedaría si mi físico fuera mejor y la altura no hiciera mierda mi cuerpo (y también si fuera a bañarme en plata, sino no). Y entre tragos y punchis punchis de fondo alguien me preguntó: "Y si te vas a vivir a New York ¿para qué vas a regresar a Guayaquil?"

Creo que no dije nada (en realidad no recuerdo) pero es una respuesta compleja. A Guayaquil le falta años para que sea grande y "cosmopolita" (esos que dicen que ahora es cosmopolita, es porque no han viajado lo suficiente). En parte, su estancamiento se debe a su gente, pero también mucha culpa tienen los líderes del gobierno local y el centralismo.

Este año he visto cómo muchos de mis conocidos se han ido a vivir al extranjero a estudiar. Barcelona y Buenos Aires son las ciudades en las que más amigos tengo. Pero siempre, siempre, me han dicho "Así consiga un buen trabajo acá, siempre regresaré a Guayaquil" 

El motivo es ¿POR QUÉ?

Imagina que te llevaras a toda tu familia, ¿regresarías a Guayaquil, si tuvieras la oportunidad, al menos una semana?

La respuesta de todos es sí. Es que nadie sabe qué tiene esta ciudad húmeda y caliente. A lo mejor hacer un bolón con los mismos ingredientes, en Europa o Estados Unidos, no sabe a lo mismo. A lo mejor la culpa es de ese dragón que supuestamente rondaba el Cerro Santa Ana (según la tía de mi abuela).  Una cosa es vivir en Guayaquil "porque te tocó" o "porque estás de pasada" y otra es nacer aquí o hacer tu vida aquí. No sé.

Nadie sabe (ni yo) qué tiene esta ciudad. Pero sí, siempre regresaría. Aunque sea a probar el choclo con queso de la esquina de mi casa mientras puteo a un taxista por pasarse la roja. 

Acompaño esta entrada con un video de mi sobrina cantando "Guayaquil, Guayaquil, yo te quiero" sin razón alguna, durante los 4 días que estuvo en Quito.