sábado, 23 de abril de 2016

Ecuador 16/04/16 : Cuando el dolor se hizo grande, pero la solidaridad eterna.

                           
"Yo nací en este país que va con alegrías y dolor
con gente linda y con canallas que nos roban la ilusión"



16 de abril. El ecuatoriano estaba feliz por haber cobrado su quincena, por el fin de semana y por al fin tener un día libre para pasar con familia y amigos. El 16 de abril la vida del ecuatoriano era totalmente normal, hasta las 18:58.

Aún no puedo describir lo agradecida que estoy de estar escribiendo esto. No sé de el horror que están viviendo el resto de familias, aún mi mente no lo puede asimilar. Mi estrés post traumático es muy poco, a lado del dolor que deben estar viviendo. Y estoy agradecida de que Dios me haya dado otra oportunidad a mí y a los míos.

A las 18:58 comenzó lo que parecía un simple temblor, hasta que luego de tres segundos comenzó a hacerse más fuerte. Nosotros, desesperados, bajamos las escaleras de ese hotel en Montañita. Así, sin zapatos, sin celulares, solo aferrándonos a nuestra esperanza de salir lo suficientemente rápido para que el hotel no nos caiga encima.

Desde hace exactamente una semana aprendí a valorar más lo que tengo. Aprendí que el dolor es ver a tu madre, tu sobrino, tu hijo, tu esposa, tu novio, bajo los edificios derrumbados. Aprendí que la verdadera molestia es no tener qué comer, no tener agua para prepararle un biberón a tu hijo y tener que  dormir al interperie. Aprendí que la desesperación es enviarle mensajes a tu familia pidiendo ayuda, mientras estás debajo de los escombros.

En 40 segundos una parte de Ecuador lo perdió todo, pero también recuperamos cosas que se nos habían olvidado como: darle un abrazo a tus padres, sin razón alguna; regalarle una sonrisa a un desconocido; ayudar a alguien, aunque no te lo haya pedido. Ayudar a quien más lo necesita.

Esos camiones, helicópteros, aviones y barcos que han viajado desde todos los rincones de mi país, hacia Manabí y Esmeraldas con ayuda,  se han convertido en parte de mi proceso de sanación. Me encanta pensar que, aunque no me lo merezco, he nacido en un país maravilloso. Porque lo que hace realmente único a Ecuador, es su inmediata e inmensa solidaridad.

Recordemos estar agradecidos todos los días. Agradezcamos no haber sido una de las miles de personas que fallecieron en esos 40 segundos y también estemos agradecidos por poder hablar con nuestra familia un día más. Recordemos que no podemos olvidar a nuestros hermanos manabitas y esmeraldeños, porque ellos lo han perdido todo y lo necesitan todo.

Desde el 16 de abril del 2016 vivo con ataques de ansiedad. Saludo a la gente con un "¿sentiste la réplica de hoy?" o con un "¿dónde te agarró el terremoto?". Pero también, desde el 16 de abril, estoy mucho más orgullosa de haber nacido aquí. 

Gracias a todos los que han donado, desde las grandes empresas hasta el señor que vendía pastelitos y lo donó todo. Ustedes me han devuelto la calma.

Atardecer del 16 de abril del 2016, desde Montañita